Algunos sectores comerciales, introducen la práctica del cartel mural como reclamo directo de venta. Estos carteles eran de pequeño formato, ilustrado con xilografías.
Antiguamente se imprimían tarjetas de visita profusamente ilustradas- a semejanza de las comerciales, las primeras consistían en antiguas cartas de juego, y en la parte posterior se escribía el nombre correspondiente. En el Siglo de la Razón se populariza un pasatiempo social que se llamó «la fiebre del recorte» y que, en términos gráficos, se corresponde al espíritu racional que animaba el siglo. De modo similar a la fiebre caligráfica producida durante el siglo anterior este recurso expresivo ha sido, desde entonces, un elemento sencillo y útil al que recurre ocasionalmente el diseñador gráfico de hoy para conseguir, con una sola tinta, imágenes de un gran atractivo visual. Desdoblado hoy por la silueta fotográfica sigue perfectamente vigente en la gráfica editorial, publicitaria y de identidad.
La señalización comercial, las enseñas colgaban de largos brazos de hierro, de forma que en los días de vendaval amenazaban con aplastar a los viandantes. Nace así la idea del Colgante.
No todos los libros eran ilustrados, todavía se siguió utilizando el grabado en madera en la industria del libro, que confeccionaba a gran escala mercancía barata y corriente para el pueblo y cuyo fin era estampar ilustraciones, fueran como fueran son ambiciones artística de ningún género. Para calendarios, anuncios, pliegos sueltos, etc., se aprovechaba el material de planchas todavía existentes (y ya usadas en otras ediciones), muchas veces a pesar de no tener ya ninguna relación con los textos. En casos especiales, en que no servían las planchas en existencia, se recurría al gremio de los xilógrafos".
Al margen ahora de su aplicación al libro, las imprentas reales proporcionan en este siglo novedades absolutamente destacables en el campo de la tipografía, sobre todo desde la perspectiva de la evolución técnica a que en estos siglos está obligadamente constreñida.
Al margen ahora de su aplicación al libro, las imprentas reales proporcionan en este siglo novedades absolutamente destacables en el campo de la tipografía, sobre todo desde la perspectiva de la evolución técnica a que en estos siglos está obligadamente constreñida.
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